SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Thursday, November 23, 2006

JOSÉ TORIBIO MEDINA ZABALA

Bibliografía de la imprenta en Santiago de Chile desde sus orígenes hasta febrero de 1817
Sobre el personaje (J.T.M.):
Nació en Santiago el 21 de Octubre de 1852 y murió en la misma ciudad el 11 de Diciembre de 1930. Sus padres fueron el juez José del Pilar Medina y Mariana Zavala.
Realizó sus primeros estudios en colegios particulares de Talca, Valparaíso y Santiago, los continuó en el Instituto Nacional. Ingresó luego a la Universidad de Chile, para estudiar leyes, obteniendo el grado de licenciado en 1873 y enseguida el título profesional de abogado. Su memoria de prueba se tituló: "Si la donación es un acto o un contrato". Más no era su vocación ni el ejercicio de la abogacía ni el de la magistratura: desde muy temprano se sintió atraído por las ciencias naturales, la etnografía, la literatura y, fundamentalmente, por la historia, la bibliografía y la numismática.
Su vinculación con la Universidad de Chile se inició en 1878 al ganar el certamen abierto por la Facultad de Humanidades para ese año, con la memoria Historia de la literatura chilena del coloniaje, desde 1541 hasta 1810. Luego, el 7 de Noviembre de 1897 fue nombrado miembro académico de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Bellas Artes, y dos años más tarde -el 28 de Noviembre- secretario de la misma. Además, la Universidad, aplicando el artículo 22 de la ley de 1879, publicó muchos de sus libros.
En 1875 fue designado secretario de la legación de Chile en Perú, y en 1884 de la de Chile en Madrid. En ambas ocasiones su interés se orientó a recuperar para el país valiosa documentación histórica. Su labor se vio interrumpida en dos momentos, a causa de conflictos bélicos: al estallar la guerra con Perú y Bolivia, en 1879, se incorporó al Ejército como auditor de guerra, cargo que reemplazó -luego- por el de juez de los territorios ocupados; y al desatarse la guerra civil, en 1891, debió expatriarse como medida precautoria puesto que había sido regidor por Santiago durante la administración de Balmaceda y había recibido ayuda del gobierno para sus publicaciones.
Medina fue un incansable viajero en pos de sus investigaciones. Recorrió gran parte de América y Europa: en Lima tuvo acceso al rico archivo del virreinato, en Madrid trabajó asiduamente en el Archivo de Indias, y en el de Simancas descubrió la documentación judicial de todos los tribunales del Santo oficio en América. Las bibliotecas Nacional de París, la Vaticana, la de Turín y el Museo Británico también se incluyeron en su itineario de búsqueda.
La producción de Medina es abundantísima. Cientos de volúmenes publicados componen el conjunto de su obra que abarca muy variadas materias. Sin embargo, excepto por una reducida parte del total, toda ella aparece guiada por un hilo conductor, que es necesario conocer para apreciarla en toda su grandeza. Esto es: rehacer el conocimiento histórico sobre el pasado de América hispana toda, conocimiento enturbiado por las declamaciones románticas y por los libros sin base de investigación. Sus incursiones por otros campos o son esporádicos o significan un complemento de la tarea principal. Las materias que ocuparon su esfuerzo pueden resumirse así: bibliografía, estudios institucionales, etnografía y arqueología, historia literaria, viajes de descubrimientos y expediciones de conquista y población, numismática, filología, publicación de fuentes históricas chilenas, cartografía, biografías y obras misceláneas.
Ya en vida se reconoció su trabajo. Al cumplirse, en 1923, sus cincuenta años de labor intelectual, se realizó en Chile un grandioso homenaje al que adhirieron con entusiasmo las naciones americanas además de España y Portugal. El 6 de Octubre de 1929, el gobierno español lo distinguió con la Gran Cruz de Alfonso XII, que le fue impuesta en un acto celebrado en el Salón de Honor de la Universidad de Chile.
Fue miembro de las más prestigiosas corporaciones sabias de Europa y América. A la Real Academia Española ingresó muy temprano, con el alto padrinazgo de Menéndez y Pelayo, la Real Academia de la Historia, la Hispanic Society of America, la American Numismatic Society, la Junta de Numismática Americana de Buenos Aires, el Instituto Histórico y Geográfico de Uruguay y la Junta de Historia Nacional de Montevideo, lo contaron también entre sus miembros.
A su muerte, el Consejo Universitario acordó publicar las obras y documentación que hubiese dejado inéditas el historiógrafo y abrir un concurso con premio para la mejor obra que se presentara sobre la vida y la labor intelectual de Medina. En 1952, al cumplirse el centenario de su nacimiento, se realizaron en Santiago una serie de importantes reuniones científicas destinadas a apreciar sus trabajos y a poner de manifiesto su condición de maestro al examinar lo que después de sus días, se había hecho en los campos que él roturó.
Fte.: DE AVILA MARTEL, Alamiro, op. cit., en Bibliografía, págs. 241 y 242, 1983.

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