SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Friday, May 30, 2008

LIBROS DE VICUNA MACKENNA PARA COLECCIONISTAS


Domingo 25 de mayo de 2008
ENSAYO La identidad cultural de Chile:
El sueño de Vicuña Mackenna

Artes y Letras El Mercurio
Don Benjamín no fue secundado en su cosmovisión de la cultura chilena: aquella que integraba la cultura oficial y la cultura popular. La primera, más laica y afrancesada; la segunda, más católica e hispanista. Un cisma que duró hasta 1930.
Miguel Laborde
El historiador Cristián Gazmuri, quien se ha interesado especialmente en Vicuña en cuanto ser humano, aventura la posibilidad de que, en nuestro tiempo, habríamos considerado que padecía un cierto trastorno bipolar. Es muy posible. Junto a una extremada inteligencia, y los extremos nunca son buenos -más de alguien lo consideró el personaje más brillante de la América Latina decimonónica-, también tenía una sensibilidad extrema. Como escribió cuanto pasaba por su cabeza, a la distancia podemos seguir sus altos y bajos. Efectivamente, a veces lo vemos hundido en la tristeza, mortalmente abatido, por situaciones que le tocaba conocer. En otras, muchas, despliega una energía avasalladora, exultante, agotadora. Pero, dejémoslo en paz. La condición de genio es un peso nunca fácil de llevar; lo que nos interesa es que toda esa inteligencia y sensibilidad las puso, desde el inicio de su adolescencia, en pensar Chile. O, más bien, creativamente, en inventarlo.
Chile casero
Uno de sus abuelos, Francisco Ramón Vicuña Larraín, ocupó en dos ocasiones el mando supremo de la nación; el otro, Juan Mackenna, fue brazo derecho tanto de Ambrosio como de Bernardo O'Higgins. Su padre, Pedro Félix Vicuña, uno de los tres fundadores de El Mercurio de Valparaíso y su principal redactor, parlamentario, economista y eterno conspirador contra los conservadores, vivió pendiente del país y su futuro; el único período que destinó a algo privado, cuando fue minero en Purapel, escribió un libro cuyo título lo dice todo: "El porvenir del hombre" (1852). El biógrafo Pedro Pablo Figueroa escribirá que "era el hombre bueno del Evangelio". Carmen Mackenna, la aguerrida madre, libertaria y nada de prejuiciosa, liberal de adentro, también apartó a Benjamín de las convenciones y prejuicios sociales típicos del Chile de entonces. En esa casa, el destino del país era pan de todos los días. Así, Vicuña Mackenna hereda la imposible misión de ser un hombre nuevo, ser alguien que encarne esa esperanza. En cambio, lo que sí es factible y logra, es ser tan apasionado y nacionalista como su padre. Será, también, alguien que anhela la llegada del futuro. Hay una diferencia fundamental. Don Pedro Félix, como tantos intelectuales de la época, tenía el cerebro inflamado de ideas y ensoñaciones. Su hijo, en cambio, y es por ello que puede realizar su fundacional labor patrimonial, tiene los sentidos más abiertos. Especialmente a las artes visuales, a los materiales, a los objetos, a lo tangible.En un país como Chile, donde la relación con la materia es distante y escéptica, Vicuña Mackenna es un caso excepcional. Por lo mismo, su casaquinta se irá poblando de objetos hasta terminar, con él en vida, pareciendo un museo. No le interesaba cualquier cosa; todo en él fue parte de su estrategia constructora de una imagen de Chile; selecciona como un curador. Él no decora: colecciona. Incluso sus adquisiciones de libros están destinadas a trabajos. Lo que va reuniendo pertenece a alguna cultura indígena - como sus piedras tacitas; a un personaje de la Colonia -por ejemplo, de la Quintrala; a un soldado de la Independencia; a un joven artista chileno... No es casual que tras la guerra del Pacífico los sobrevivientes fueran a regalarle armas: lo sabían, personalmente, un depositario de los bienes vinculados al espíritu nacional.
Un alma abierta
Tal vez nos parezca normal que como personaje de la cultura se interesara en tales cosas, pero debemos recordar que se interesó en las culturas indígenas cuando aún existía una Araucanía como territorio mapuche. En cuanto a lo colonial, Chile venía saliendo de la aciaga Guerra con España (1864-1866) que, por supuesto, sufrió como cosa propia; y sin embargo, su Exposición del Coloniaje se celebra poco después, el año 1873. La primera en toda Sudamérica, nada menos, dedicada a la América Española.Vivía con el corazón en la mano, a pesar de su inteligencia. Y si la patria pasaba por tener venas indígenas y venas españolas, que así fuera, amén, y a mucha honra.No era fácil ser así, por entonces. Sus coetáneos, con los que acudiera de adolescente a las tertulias en casa del historiador Diego Barros Arana, irán adoptando, prácticamente todos, ideas laicas, antirreligiosas, y que, a fuer de afrancesados, sentirán muy lejanas de las culturas indígenas y de la España católica.Por ser como era, se irá quedando sin amigos cercanos. Comunicándose más bien sólo con quienes comparten un proyecto, la empresa del momento, lo que vivía con su intensidad extrema acostumbrada.Demasiado bueno para ser buen político. Debe recordarse que admiró enormemente a su abuelo Juan Mackenna, ese gran impulsor del desarrollo de Osorno, lo que llevó a Vicuña Mackenna a interesarse en el tema de las ciudades. Ese abuelo que morirá en duelo con un Carrera; y, sin embargo, si alguien pudo decirse amigo de Vicuña Mackenna, fue José Miguel Carrera Fontecilla, sobrino del anterior. También es curioso, y no debieron comprenderlo varios correligionarios, cuando exaltó a Portales por su rol histórico, iniciando la construcción del mito relacionado.
Todos juntos
Si hay un hecho lamentable para la historia del imaginario chileno, ése es el quiebre entre la cultura oficial y la cultura popular; la primera más laica y afrancesada, la segunda más católica e hispanista; la primera más académica y libresca, la segunda más oral. Son demasiadas diferencias y el cisma se mantiene, prácticamente, hasta los años 30 del siglo XX.Lástima que Vicuña Mackenna no fue secundado en esa cosmovisión; Chile habría sido otro país, de identidad clara y temprana. Es posible que la huella de su infancia en Llayllay le haya dejado una marca imborrable. Para un niño sensible e inteligente, cuyos compañeros de juegos eran hijos de campesinos, el ambiente de vida de estos, sus horizontes, debieron parecerle insufribles e inaceptables. Su padre, como era, debió alentar esa rebeldía. Ahí nace en Vicuña Mackenna un vínculo yugular con la cultura popular. Las trillas en yegua, las fiestas de septiembre, las cabalgatas a lo largo del río Aconcagua, todo el calendario campesino lo goza y comparte y no lo olvidará. Se piensa en Vicuña Mackenna en relación a lo urbano, pero no se debe olvidar que a la hora de estudiar en Europa escogió lo agronómico; que a su regreso publica sus "Reforma de la Agricultura"; que revivió y fue secretario de la Sociedad Nacional de Agricultura desde donde organiza la primera Exposición Nacional del gremio; que fue el sostenedor del diario "El Mensajero de la Agricultura"; que redactó un Código Rural...... Es un tema central a lo largo de toda su vida, más constante que lo urbano, porque el país deseado requería el progreso en el campo. El destino de sus amigos de Llayllay era insostenible. Incluso, esteta como era, la pobreza le resultará fea, sucia, una humillación. Creerá en la belleza casi religiosamente, como medio de elevar los espíritus e incitar al bien, a la cultura, al progreso. Por lo mismo, su Cerro Santa Lucía tendrá esculturas, pinturas, ánforas escultóricas en los senderos, teatro... En la cárcel encontró a un humorista, hábil observador de costumbres, y pronto lo tuvo haciendo reír a todo Santiago; y es que el humor es central en la construcción de imaginarios. "El ruiseñor de Pelequén" se llamaba el susodicho. ¿Qué habrán dicho los jovencitos de sociedad? ¿Los que querían borrar lo indígena y lo español para ser colonia cultural de Inglaterra y Francia? Vicuña Mackenna no sólo era sensible a esas raíces de la cultura chilena, también era un americanista. Como pensaba en grande, quiso hacer del Santa Lucía un motivo de orgullo para toda Sudamérica, con colosales estatuas que representaran a las demás naciones, idea bien acogida en la región, especialmente en Venezuela y Argentina, y de ahí la "Estatura a la Ciudad de Caracas" y la "Estatua a la Ciudad de Buenos Aires" en el cerro. Y a la hora de bautizar calles en el ultra Mapocho, las llama Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires.
"Criollo cósmico"
Se cree que era un afrancesado por su llamado a crear aquí "El París de América", pero no es que quisiera copiar la capital francesa. Lo que ama de ella es su libertad, sus luces, su acogida, su condición de ser patrimonio de la humanidad. Eso quiso para Santiago; crear aquí una ciudad americana, dialogante con la historia y la geografía -habla del telón andino, del Mapocho, de los cerros-, para así ofrecer un faro (literalmente lo quería en la cumbre del cerro), iluminando la noche de la ignorancia. Para Chile, para Sudamérica y el mundo: un París de América. Otra ciudad abierta. Eso atrae a Chile a Rubén Darío, quien desarrolla esa idea en Su Canto a la Argentina; escribe de una América donde una tras otra han llegado todas las razas, absolutamente todas, mezclándose y conviviendo, como ejemplo para la humanidad. Ello debía ser parte del relato, del imaginario, el asilo contra la opresión: que vengan, todos... Por este sueño es que Neruda y García Lorca llamaron a Darío "Padre de América"; Vicuña Mackenna sería el abuelo. Éste cree, como Herder y muchos románticos, que las naciones no son una sociedad organizada para la producción en eficiente y pacífica convivencia, sino un proyecto espiritual y, por lo tanto, trascendente. Cree que cada nación tiene una misión, así como un alma que la busca. Él se exigió esa tarea, desde el momento en que, deslumbrado pero también desilusionado al conocer los países que más admiraba a la distancia -Francia, Inglaterra y Estados Unidos-, descubrió que Sudamérica, con sus extensiones de valles, montañas, pampas, es un espacio donde, si se pudiera avanzar en lo material sin perder su valor moral, sería un paraíso. Viajaba para traer ideas, inventos, máquinas; viajaba para volver. Quiso ser Presidente de la República, consciente del favor popular que gozaba, y así recorrió el país, el primero, en campaña. Pero los poderes de la época se lo impidieron y, de paso, también le hicieron pagar las garantías personales que firmara para respaldar sus proyectos edilicios.
Lo visible y táctil
Murió a los 55 años, en la Hacienda Santa Rosa de Colmo, cerca de la desembocadura del Aconcagua, tal como en su infancia, no lejos de su Arcadia formativa. Es bueno que la tumba quedara en el cerro Santa Lucía. Su sensibilidad matérica está ahí en ese roquerío cubierto de verdor, en ese conjunto que quiso ocupar por entero; escalinatas labradas, escudos tallados, rejas forjadas, monumentos conmemorativos, terrazas miradores, cañones históricos, fortalezas coloniales, y allá arriba, en la pequeña ermita gótica, junto con la campana que fue de la Iglesia de la Compañía de trágica memoria, sus restos y los de su esposa e hijos.Hay algo real y simbólico, sus restos materiales están ahí, transformados en patrimonio. Y, además, en una ermita que contiene patrimonio histórico y que lo es en sí misma: obra del cantero croata Andrés Stambuk, a quien Mateo Martinic indica como uno de los primeros de ese origen venidos por la fiebre del oro a Magallanes. Por creer en lo tangible es que como diputado promovió la repatriación de los restos de O'Higgins, o que, asimismo, impulsó la construcción de monumentos para los personajes nacionales; que las cosas se vean, se puedan tocar... Muchas veces, en París y Madrid, sacrificó comidas para comprar documentos relacionados a Chile, o impresos (en su venida de 1855 se trajo 1.300 libros, nada menos). Por ese sentido de lo tangible es que, por los problemas de agua en Santiago, fue capaz de montar una mula y subir a la cordillera con arrieros hasta dar con grandes lagunas. Hombre de sueños y también de acción.El museo que lo recuerda merece todo apoyo posible; no es sólo una biblioteca (aunque ojalá se recuperara buen parte de los 3 mil que debió vender en 1861...), es un lugar visible. Para que ahí, como en tiempos de su titular, se mezclen, como en nuestra historia y nuestra sangre, los más diversos patrimonios que trenzan el sustrato sobre el cual Vicuña Mackenna creó un relato, un imaginario, local pero abierto al mundo. En palabras del poeta Pedro Prado, el camino del "criollismo cósmico". Su texto en francés, de 1855 para atraer inmigrantes, en que describe Chile con la emoción de la distancia, debiera ser lectura obligatoria. Lo local, pero abierto. Lo local, porque da sentido a la vida y permite la poética de la propia historia y la propia geografía, pero acogiendo al mundo, sin perderse nada. Ir al mundo, para volver aquí, cargado de lo que podía ser útil a Chile o hablara de Chile.
Publicaciones antiguas y nuevas
Ricardo Donoso enumera ¡190 libros y 1.154 artículos periodísticos! para la producción de Vicuña Mackenna. Las últimas ediciones de sus obras que han sido publicadas son "Las dos Esmeraldas", una edición que sacó la Armada de Chile en 2007, e "Historia de la jornada del 20 de abril de 1851: una batalla en las calles de Santiago", que editó el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica en 2003. A lo que se suma una edición facsimilar de 50 ejemplares que sacó la presidencia en el año 2000 del "Álbum del Santa Lucía".El resto de los títulos son ediciones mucho más antiguas. Está por ejemplo "El primer y el último crimen de la Quintrala" que Editorial Universitaria publicó en 1987 o las "Páginas escogidas" que publicó la misma editorial en 1986. O algunos solitarios ejemplos como la "Vida del Cap. Gral. Bdo. O'Higgins" que imprimió la editorial Pacífico en 1976. Más atrás está la colección que sacó la editorial Francisco de Aguirre entre fines del 60 y principios del 70 con varios clásicos.Ya más atrás comienza una verdadera labor de colección, con algunos hitos como la edición de 18 volúmenes con obras de Vicuña Mackenna que publicó la Universidad de Chile entre 1935 y 1946. Los que quieran enterarse de los precios de Vicuña Mackenna en el mercado de libros viejos se pueden ver sitios como Buscalibros.cl. Allí se puede corroborar que una edición de 1902 de "Del origen de los Vicuña" puede bordear los 45 mil pesos, mientras que una "Historia de Valparaíso" de 1869 puede llegar a los 560 mil pesos. E incluso es posible ver precios más elevados como una "Guerra del Pacífico" de 1880 que es cotizada en la friolera de 900 mil pesos.
Algunas obras de Vicuña Mackenna: el ojo del águila
Establece la cordillera como tema central de la capital: ser una ciudad andina. Propone plan de parques y plazas para cambiar el aire semidesértico de la capital. Plantea parques en las riberas del Mapocho, con casas de té y arriendo de botes, además de esclusas para generar planos de agua. Amplía el ferrocarril urbano. Instala alumbrado a gas, y uno especial de gas carbónico para hacer de la Plaza de Armas "un delicioso paseo" con escaños, quioscos y árboles de sombra.Por salud pública, inaugura redes de agua potable y abovedamiento de canales.A los 24 años había planteado la transformación del Campo de Marte, idea que asumiera Luis Cousiño y culmina con el apoyo de Vicuña Mackenna. Renueva el Paseo de la Alameda .Proyecta un recorrido de circunvalación, de amplios bulevares: actuales Avenida Vicuña Mackenna al oriente, Matta y Blanco por el sur, Exposición- Matucana por el poniente, y el que no se construyó en el borde norte del Mapocho que habría dignificado ese lado de la ciudad. Organiza la primera muestra nacional de arte, invitando a hombres y mujeres. Organiza primera Exposición del Coloniaje (sobre período de la Colonia) Seduce a una generación que en sus tres años de Intendente construye 341 palacios, palacetes y mansiones.Organiza Exposición Internacional de 1875 para lo cual encargó el palacio que hoy ocupa el Museo Nacional de Historia Natural en la Quinta Normal, la que pondría a Santiago en el mapa mundial. Crea 6 plazas, tres de ellas en barrios periféricos: Llano Subercaseaux, Yungay y La Chimba.Reemplazo del empedrado por el adoquín en las calles.Arborización de las principales avenidas y calles.Creación de empresa y obras de agua potable.Encargo del Plan General de Santiago a Enrique Ansart.Ampliación del camino del Llano a San Bernardo (actual Parque Llano Subercaseaux).Creación Avenida La Paz y su plaza de ingreso al Cementerio General.Creación de los barrios Chuchunco, Purísima y Dominica.Creación nuevos mercados higiénicos: Central, San Pablo y San Diego.Fundación de cinco escuelas públicas, dos escuelas talleres modelo y proyecto de escuela para ciegos y otra para sordomudos.Modernización del Matadero.Terminación del Teatro Municipal con lujoso Salón Filarmónico.Creación del Teatro Popular.Creación del Consejo de Higiene.Fundación de la Sociedad Protectora de Animales. Creación del Servicio Médico Nocturno. Arborización de calles y avenidas.

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