SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Wednesday, March 11, 2009

CHILE Y SU HISTORIA


Estudios Públicos, 77 (verano 2000).
LIBRO
ALFREDO JOCELYN-HOLT:
EL CHILE PERPLEJO *
Arturo Fontaine Talavera

Alfredo Jocelyn-Holt: El Chile perplejo: Del avanzar sin transar
al transar sin parar
(Santiago: Ariel, 1998).


(Arturo Fontaine Talavera. Licenciado en Filosofía, Universidad de Chile. M.Phil. y M.A.
en Filosofía, Columbia University. Profesor de la Universidad Católica de Chile.)
* Agradezco la colaboración de Harald Beyer en la obtención de las cifras que aquí
se presentan.
1. Este libro es como Alfredo: entretenido e irónico, inteligente y arbitrario, sugerente y exagerado, desdeñoso y nostálgico, deslenguado e iluminador, desconcertante e incisivo.
Es un libro rabiosamente subjetivo, tajante, insolente, provocador. Es un libro escrito sin inhibiciones. Es un libro originalísimo.
A la vez, es un ensayo que se entronca con la más pura tradición latinoamericana e hispánica del ensayo.
2. Es un libro con el cual estoy en apasionado acuerdo y apasionado desacuerdo. Ambas cosas. “El corazón del hombre”, dice Hume, “está hecho para reconciliar las contradicciones más flagrantes”.
3. El Chile perplejo está escrito, desde luego, por un gran escritor.
Está lleno de pasajes extraordinarios, de verdaderas revelaciones como las que se encuentran en las buenas novelas. Jocelyn Holt recurre a procedimientos múltiples y crea un texto fragmentado, un patchwork, que quiere sugerir el ambiente de la época.
Ejemplos:
— Las descripciones de ciertas fotografías: Frei Montalva saludando campesinos primero con poncho, después saludando de frac. Allende saludando y detrás de él, Pinochet escoltándolo a caballo. Después, la de un joven recortado sobre un fondo de soldados y metralletas.
— Las citas de titulares de diarios hilados como en un rosario. Una entrevista ficticia con un prelado católico y conservador. (El viejo procedimiento de Heródoto, del diálogo de Melos, de Tucídides, que vuelve a mostrar su sentido.)
— La descripción, análisis y comentario de La Moneda bombardeada. Las preguntas que ese icono nos sigue planteando.
La descripción y análisis de algunos comerciales. El de la salsa de tomates Malloa, en especial, como emblema del ¡Chile! La alegría ya viene...
— El análisis de la importancia que cobra la retórica, la fe en que se puede cambiar el mundo a través de la palabra: “Curioso fenómeno esta sociedad que de pronto para, deja de producir, se da un respiro. Pide un minuto, una hora, varias horas, jornadas enteras para reflexionarse
a sí misma, repensarse, autorrecetarse un auto de fe, hacerse un mea culpa lacerante. La palabra se convierte en silicio; la reflexión deviene confesión. Y ¿por qué? Se habla porque se piensa
que hablando se va a cambiar el mundo, mundo que se transformaría a punta de verbo y adjetivo en imagen y forma de nuestro creciente y deslumbrante bla bla” (p. 99).
Dentro de este tema, vale la pena citar in extenso la crítica irónica con que el autor comenta la retórica de Eduardo Frei Montalva: “Leyéndolo impresiona su facilidad extraordinaria de moverse en la abstracción. Siguiendo a Maritain, insiste mucho en esto del humanismo, de que el
hombre no caiga en la alienación, sin embargo, es difícil, muy difícil, ubicar al hombre de carne y hueso en sus discursos. Lo de él es ante todo una mirada sociológica, platónica, vaporosa. No hay que confundirse, las veces que invoca a sujetos —Frei siempre invoca— cae siempre en el clisé:
Muchachos de Chile, juventud de Chile, artesanos, trabajadores, mineros, pobladores, mujer chilena… En realidad sus discursos se arman alrededor de conceptos, de ahí que devengan en un despliegue de entelequias rimbombantes: cuestión social, política y espíritu, reconstrucción del hombre, solidaridad, una nueva edad histórica, integración, una nueva sociedad, crisis de la civilización, opción y esperanza, revolución moral, promoción popular, cambio social, la hora de Chile, misión histórica, la tarea de hoy, etc. En el fondo, son todas nubes. A veces diáfanas, a veces cargadas, amenazando tormenta, volviéndose negras; o bien deslizándose tenuemente
dejando aparecer el brillo del sol. Frei habla para la historia, a partir de la historia, a propósito de la historia, para terminar con la historia. Éste es un pensamiento atmosférico que asciende con demasiado simplismo lírico a las alturas hasta quedar confinado en las más altas cúpulas del firmamento celestial” (pp. 99-100).
4. Es un libro tan paradójico y deliberadamente equívoco que puede ser, que seguramente será mal interpretado.
Algunas malas interpretaciones posibles:
— Es un libro, en el fondo, profundamente nostálgico y reaccionario.
Pura añoranza del “orden señorial” que impera desde el XVII, según el autor, hasta los sesenta del siglo XX. Es un libro, en el fondo, contrario a todos los grupos dirigentes de hoy, que busca desprestigiar a la clase política porque transa y negocia (“transar sin parar”), que quiere arrasar con ellos y partir otra vez de cero. Otra vez, entonces, la promesa de la revolución.
— Es un libro que, en el fondo, es una oda al general Pinochet. Dice: “logra encapsular en sí mismo la médula de estos últimos cuarenta años” (p. 319, escrita después de su detención en Londres).
— Es un libro que, en el fondo, nos viene a decir: Chile es una mierda; señores, esto no da para más; estamos, como se dijo en el pasado, en el ‘annus mundi’. O como dijera Edwards Bello: si alguien tuviera que ponerle una lavativa al mundo, lo harían por Talcahuano.
5. Todas estas serían interpretaciones equivocadas.
La tesis de Alfredo Jocelyn Holt es que hubo un “orden señorial” que se forja en el XVII y evoluciona modificándose continuamente, pero sin dejar de ser el mismo orden y sin que su clase dominante deje su preeminencia, hasta los años sesenta de este siglo. Concretamente, el hito
es la reforma agraria del gobierno de Frei Montalva. Ésta es una tesis clave del libro: la clase dirigente pierde entonces su sentido de orientación. A partir de ese momento el país entero entra en una fiesta con dispendio, inflación y participación popular, promesas de cambio total, mesianismo, movilización de masas. “La UP fue una gran fiesta”, dice Jocelyn-Holt. Y en esto su posición se aproxima a la de Tomás Moulián. Se pasa “de la euforia al desmadre”.
Luego sobreviene el golpe militar. La fiesta termina. El despertar es amargo: por un lado, represión fría, sistemática, calculada y control militar del territorio. Por otro, la fiesta no era gratis, hay que pagarla. Pero no sólo es eso. El 73 es algo “inusitado”, “no se amolda a
ningún patrón preestablecido” (p. 241). El gobierno militar tiene un carácter
fundacional. Con él comienza una nueva etapa histórica. Se rediseña el país. Su nuevo orden no es el del antiguo régimen señorial. Las clases dominantes no son las de antes. Y ese nuevo orden es el que nos rige hasta hoy. Esto a pesar de que gobiernen sus oponentes.
6. Este libro se plantea como ‘una conversación’: “Lo que, en verdad, me interesa es conversar con el lector”. Dice Dr. Johnson: “Dogmatizo y soy contradicho, y a este conflicto de opiniones y sentimientos le hallo encanto”. Eso es conversar.
Este ensayo pone sobre la mesa una serie de temas. De alguna manera, el autor nos está convidando a conversar acerca de ellos. En cierto modo este libro contiene una agenda, un programa de estudios e investigaciones. Quisiera tocar, al pasar, algunos de estos temas y preguntas.
a) Pregunta: ¿hasta qué punto y en qué sentido el “orden señorial”
era señorial? ¿Se podría decir que en el siglo XIX era una suerte de burguesía?
A América no llegan los grandes de España. Aquí no hubo aristocracia, en el sentido en que la había en España. ¿Qué papel juega el dinero en la configuración de esa clase dirigente y señorial? ¿Cómo se obtenía ese dinero? Nuestros apellidos vinosos ¿no corresponden a hijos o nietos de
vascos enriquecidos en el comercio y que compran tierras para dar lustre a su nombre? Esto no tiene nada de original. Algo análogo ocurría en Inglaterra en el siglo XVIII.
¿Qué papel juega la educación, el éxito profesional en el ascenso
social? ¿Qué papel juegan los partidos políticos? Claudio Véliz, por ejemplo, sostiene —y Jocelyn-Holt es de la misma opinión— que los grupos dominantes chilenos se las arreglaron para
cooptar a la CORFO y captar para sí el grueso del poder y del dinero que se canalizó por su intermedio. La nueva industrialización, entonces, no quedó vinculada a una nueva clase social. ¿Qué ocurre en el régimen militar? ¿No podría decirse lo mismo, es decir, que los grupos dominantes cooptaron ese poder?
b) El orden señorial descansa en el patrón y en su hacienda. Eso se destruye con la reforma agraria. Pero ¿por qué? La urbanización, la marginalidad urbana juega un papel clave. Bien. Pero ¿por qué llega esa gran fiesta, esa euforia que termina en desmadre?
Aquí quisiera traer a colación un ensayo de Carlos Cousiño y Eduardo Valenzuela 1.
Para estos sociólogos la pobreza urbana, marginal, en que viven los inmigrantes del campo pone de manifiesto una ruptura, un desgarro. El escándalo moral de la miseria es señal de un abandono y de una situación de opresión. La respuesta primera será llenar el vacío dejado por la ausencia del patrón con la figura del caudillo populista. Reemplaza al patrón y lleva a cabo una política económica del gasto, del reparto y el regalo. El populismo viene a ser una manera de prolongar las relaciones de la hacienda. Esto se hará con cargo al presupuesto del Estado y redunda en inflación.
Cousiño y Valenzuela sostienen, creo, como Jocelyn-Holt, que en los sesenta se produce una ruptura definitiva. Para ellos lo nuevo es la concientización política, la movilización política, en una palabra, el paso del ciudadano al militante. Ahora priman los partidos ideológicos y mesiánicos que se proponen alterar drásticamente la economía para alterar la estructura de poder de las clases. Es el período de la politización. Luego viene la ‘monetarización’ de la sociedad. Lo que ocurre durante el gobierno militar es que se abre la economía. Con ello se autonomiza relativamente el sistema económico. La economía del consumo opera con su propia lógica. Aquí entra a tallar la teoría de las sociedades complejas de Luhmann. Todo ello redefine a la política.
Este enfoque, entre otras cosas, permite, apartándose de la tesis de Góngora, diferenciar los modelos ideológicos de movilización popular de los años sesenta, de lo que será la estrategia económica de libre mercado que implanta en Chile el gobierno militar, pero que en Argentina implantará un presidente democrático y del partido peronista. Jocelyn-Holt, polemizando con Brunner, polemizando con Boeninger, niega que esto —lo que hace Aylwin, lo que hace Menem, entonces— sea política. Pero más allá de una cuestión de nombres la política en las sociedades complejas se asemeja más a lo que describe Brunner que a lo que era a fines del siglo XIX. ¿Hace política Tony Blair?
c) Dice Jocelyn-Holt: “La UP fue una rebelión antiburguesa” (p. 147). Esto es absolutamente exacto. Más aún, creo que es algo medular sin lo cual no puede comprenderse nada de lo que ocurrió después. Según François Furet, el odio a la burguesía es un aspecto central de
la política del siglo XX. Tanto el fascismo como el comunismo tienen en común el desprecio y la condena de lo burgués. Quizás habría que agregar
1 Carlos Cousiño y Eduardo Valenzuela, “Politización y monetarización en América
Latina”, Cuadernos del Instituto de Sociología, Pontificia Universidad Católica, 1994.
que buena parte de las encíclicas sociales de la Iglesia de esos años apuntan en el mismo sentido. Pero de hecho, el obrero aspira a ser burgués, dice Furet. Luego, lo esencial es “el odio a sí mismo del burgués”2. El corazón del burgués es un hoguera. Su mala conciencia, su contradicción,
sus pasiones groseramente humanas, su necesidad de movimiento y cambio, y el horror a él, lo acompañan siempre. Por eso desde Balzac hasta Musil, Joyce o Faulkner, ha dado origen a novelas y personajes inolvidables.
d) ¿Por qué la DC no pactó con Allende? Aylwin juega aquí un papel fundamental. El golpe se habría evitado. ¿Por qué no ocurrió a pesar de que tantos y tan encumbrados lo intentaron?
Jocelyn-Holt sugiere que Allende tenía menos libertad de maniobra de la que le suponían sus adversarios. Documentos de origen soviético dados a conocer recientemente así parecen indicarlo. En efecto, según un informe soviético de 1972 anterior al ‘paro de octubre’, se señala que Allende no está dispuesto a desarmar al MIR, y que no está dispuesto
tampoco a devolver las empresas ocupadas ilegalmente. Más aún, según los expertos soviéticosla estrategia socialista consiste en “quedarse con el poder después de 1976”. Ven con alarma la táctica de Allende de incorporar militares a tareas de gobierno 3. Un informe del embajador soviético que da cuenta de una conversación con Corvalán y Teitelboim, en septiembre de 1972, deja en claro que a juicio de los más altos dirigentes comunistas la situación y el destino del
gobierno de la UP ya está virtualmente en manos de los militares.
e) La cuestión del comunismo hace que esta fiesta de la UP sea más peligrosa que una farra populista cualquiera. Estamos en la Guerra Fría. Chile ha sido planteado como alternativa a Cuba en 1964. Hay hoy amplia evidencia al respecto. Las revelaciones del ex embajador Korry dan una idea de las magnitudes involucradas 4. Desde tiempos de Truman, en 1947, Estados Unidos ha venido dando apoyo a los grupos e instituciones anticomunistas. En Grecia, en Turquía, en Italia, en fin... Otro tanto ha estado haciendo el PC de la URSS. De eso tenemos ahora pruebas
documentales.
2 François Furet, Le passé d’une illusion. Essay sur l’idée communiste au XX siècle
(París: Robert Laffont/Calmann-Lévy, 1995), p. 31.
3 “Chile en los archivos de la URSS (1959-1973)”, Estudios Públicos, Nº 72 (primavera
1998).
4 Edward M. Korry, “Los Estados Unidos en Chile y Chile en los Estados Unidos”,
Estudios Públicos, Nº 72 (primavera 1998).

El camino chileno al socialismo anticipaba el eurocomunismo. No era trivial el asunto. Aquí estaba en juego un planteamiento de significación más allá de nuestras fronteras. ¿Es de muy mal gusto recordar esto hoy en día? Si es así, perdón. Pero la verdad es que creo que los jóvenes nunca
podrán formarse una idea de lo que ocurrió de otra manera. Es cierto que aquí se dio lo que ha explicado bien Samuel Huntington: un incremento demasiado rápido de las demandas de bienestar desbordó el orden político y los procedimientos consensuales, generó inseguridad, temor a la anarquía, y luego dio origen a un “orden pretoriano”. Pero la Guerra Fría y el choque aquí de sus grandes potencias contribuyeron al drama.
f) Tres preguntas sobre el régimen militar:
¿Por qué tanta violencia real y simbólica, por qué tanta violencia tanto tiempo después del 73 y de manera tan sistemática? ¿Cómo se explica esto? ¿Por qué el gobierno militar se matricula con la economía de mercado, por qué abre la economía? Según Guy Sorman, la respuesta que le dio
Sergio De Castro es que los militares tuvieron un inmejorable pedagogo: Salvador Allende 5.
Es la mejor explicación que he oído. Y la da quien sabe de lo que habla. ¿Por qué, después de todo, se entrega el poder y el dictador, en lugar de morirse con el mando, como Franco, hace esto inédito: cumplir un plazo autoimpuesto, perder una elección y ceder el mando supremo a sus adversarios? Creo que esto algo tiene que ver con el carácter legitimador que tiene la democracia y el sufragio en Chile. Creo que esto da una medida de la fuerza de la democracia en nuestro país. Porque hubo quienes se oponían, quienes se empeñaron en que Chile no transitara otra vez hacia la ‘democracia liberal’. En definitiva, no tuvieron éxito dentro del régimen
militar. ¿Por qué?
g) Ahora dos discrepancias:
Dice Jocelyn-Holt: “La década de los ochenta no fue un período de grandes reflexiones” (p. 205). Justo lo contrario: lo fue. Es notable la profusión de trabajos que se publican durante esos años, asombra los temas
que se abordan. Es un período de gran fertilidad intelectual en el campo de la reflexión política, social y económica. Desde luego, el notable ensayo de Mario Góngora (Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX) tan citado es de esos años. También es de ese tiempo el conocido libro de Pedro Morandé (Cultura y modernización en América
5 Guy Sorman, Le capital, suite et fin (París: Fayard, 1994), p. 252.
Latina, Ediciones Encuentro, 1987). Pero más allá de ello estoy pensando en las publicaciones de Cieplan, de Flacso, de Sur, del Cerc, en revistas como Economía y Sociedad, en fin... Un estudio que hizo José Joaquín Brunner en esos años estima en más de trescientos los académicos a tiempo completo trabajando en institutos independientes durante el período 6.
Hay una investigación de María Teresa Lladser al respecto 7. También un libro de Jeffrey Puryear, publicado por Johns Hopkins University Press sobre el tema 8.
Esas redes intelectuales y sus publicaciones tienen mucho que ver con el ‘Acuerdo Nacional’, sin el cual es muy difícil entender la naturaleza de la transición chilena, creo. Dice Jocelyn-Holt, después de enumerar una lista de ministros y altos funcionarios civiles del régimen militar, que eran “todos esforzados por aparecer competentes, aunque no hayan sido antes especialmente destacados; en efecto, uno no habría dicho de ninguno que era brillante, incluido el, lejos, más notable, el legendario Sergio De Castro. Se trataba de figuras más bien opacas, acépticas, apropiadas para el anonimato de la burocracia estatal o de la estructura gerencial privada más que para tareas estrictamente políticas. En el fondo eran administradores que se sentían cómodos dentro de una medianía”. Y más adelante continúa: “Se trataba de otrora conscriptos dispuestos a cuadrarse y entrar en la burbuja” (p. 184).
No. Eso no es así, me parece. Discrepo. Puedo dar una lista larga:
Raúl Sáez, Fernando Léniz, Jorge Cauas, Sergio De Castro, José Piñera, Gonzalo Vial, Hernán Cubillos, Jaime Guzmán, Miguel Kast, Hernán Büchi eran y son personas brillantes en nuestro medio. La mayoría de ellos había descollado en la universidad o en la profesión. ¿Puede pensarse que Pablo Baraona, que Juan Villarzú, que Andrés Sanfuentes, que Bruno Philippi, que Miguel Schweitzer eran meros “conscriptos”? Hoy en día hay siete países, entre ellos Argentina, que tienen un sistema previsional copiado del chileno. ¿Quién creó eso en Chile? ¿Un
conscripto? ¿Algún general? Y el asunto importa. La pregunta es ¿por qué gente de esta calidad
quiso colaborar con el régimen militar? ¿Cómo fue que lograron imprimirle un rumbo duradero y consistente al gobierno? ¿Por qué el general Pinochet decidió gobernar con ellos en lugar de hacerlo con otros?
6 José J. Brunner, “La participación de los centros académicos privados”, Estudios
Públicos, Nº 19 (invierno 1985).
7 María Teresa Lladser, Centros privados de investigación en ciencias sociales en
Chile (Academia de Humanismo Cristiano, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), 1986).
8 Jeffrey Puryear, Intellectuals and Chile’s transition to democracy (Johns Hopkins
University Press, 1994).
h) Otro tema que aborda el libro: los frutos de la política económica. Sabemos que el país sigue siendo pobre y dependiente del cobre y algunas otras materias primas. Conocemos la vulnerabilidad de nuestra economía a las fluctuaciones internacionales. Sabemos que los mercados cambian y exigen ajustes dolorosos. Sabemos que la distribución de ingresos —que ya
antes era mala— ha empeorado levemente, es decir, que Chile es hoy algo más desigual. Sabemos también que lo económico no es sino un aspecto de la vida entre otros, que una persona puede ser más rica y más infeliz, vivir más angustiada; en fin, sabemos que el dinero no logrará jamás erradicar el taedium vitae. Con todo, veamos algunos números. Desigualdad de ingresos: El veinte por ciento más pobre obtenía en 1960 el 6.5% del total del ingreso nacional. En 1970 ese 6,5% se transforma en un 5,7%. En 1996 ese 5,7% baja a un 4,7% 9. Sin embargo, eso no significa que los pobres sean hoy más pobres. En efecto, según la Cepal el 10% más pobre entre 1987 y 1997 elevó sus ingresos en un 71% en términos reales. Ése es parte del auge del consumo.
El libro da una cifra de mortalidad infantil. En 1900, la mortalidad infantil en Chile era de 347 por cada mil nacidos. En 1950, todavía bajo el orden señorial, de cada mil niños morían 136. En los años sesenta morían más niños al nacer en Chile que Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador,
Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela. En 1970, la cifra bajó de 136 a 79. En 1996 la cifra era 12 de cada mil. Es, junto con Cuba, la cifra más baja de toda América Latina. La esperanza de vida aumentó de 27 años en 1900 a 75 años en 1999. (En EE.UU. era 47 en 1900 y hoy es 77) 10.
Últimas cifras: en 1950 el PIB per cápita, corregido por el poder de compra, era de US$3.540, en 1970 de US$5.250 y en 1996 de US$11.700. El PIB per cápita se multiplicó por seis en el siglo, y un 67,6% durante la última década 11. Entonces, aquí ha pasado algo. Ha habido un cambio real en el nivel de vida de un sector muy amplio de la sociedad. ¿Importa esta cuestión? Desde luego que, por encima de todo, importa la vida de los millones de personas que este desarrollo económico ha hecho posible. Pero además importa porque desde los inicios del siglo XX
9 Datos de encuestas de empleo, Universidad de Chile.
10 Instituto Nacional de Estadísticas, Anuario de demografía.
11 PENN World Tables, versión 5.6., y Banco Mundial, World Development Report (1998). Cifras en US$ 1996.
—y quizás algo antes— las grandes mayorías dejaron de pensar que la pobreza era una fatalidad, algo inevitable. La gente se convenció de que la pobreza, lejos de ser un destino fatal, era el producto de un sistema. A la vez de que existe un sistema capaz de erradicar la miseria.
Las luchas políticas del siglo que ha terminado están marcadas por la cuestión social, por la discusión acerca de los sistemas económicos. De no ser así la Guerra Fría, el socialismo, el comunismo, el capitalismo, en fin, el socialcristianismo y la reforma agraria habrían sido cuestiones meramente académicas o problemas interesantes sólo para las élites políticas.
Creo que no habrían calado hondo si no se conectaran con la pobreza masiva y su carácterinjusto; lo que sólo puede afirmarse si es obra de un sistema social modificable.
i) Una pregunta sobre la transición: ¿Por qué no se incorporó nada
acerca del tema de la ley de amnistía a la reforma constitucional pactada en 1988 y plebiscitada en 1999? ¿Se discutió el tema? Si le entendí bien, Boeninger sostiene que hubo un acuerdo tácito. Pero eso es como dejar tácito en un pacto de compraventa el precio de la casa... ¿Por qué quedó
tácito, por iniciativa de quién? ¿Se discutió eso en el seno de los negociadores de alguna de las partes? ¿Qué podemos averiguar de esto hoy? ¿A qué aspira Alfredo Jocelyn-Holt en este libro? ¿Qué nos propone? Un liberalismo moderado, un liberalismo equilibrado, dice. Busca un
liberalismo tolerante, democrático. Que entronque con el del ‘Antiguo Régimen’, pero sin ser pura nostalgia. Propone, sobre todo, que intentemos aceptar lo que somos, que no nos hagamos pedazos por un llegar a ser que reniega de lo real. Hay hacia el final del libro un llamado al realismo, que no es lo mismo que el oportunismo.
Este anhelo, esta voluntad de aceptar lo que somos, es esencial a lo que el autor plantea y hace que uno descubra retrospectivamente el rumbo de todo el libro. Lo que aquí se critica es la impostura. Lo que se busca es lo genuino. Esa búsqueda es la que le da sentido a la libertad. Y con este libro Alfredo Jocelyn-Holt da pruebas, una vez más, de ser un espíritu libre.

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