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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Sunday, April 12, 2009

FONDO DE CULTURA ECONOMICA

ENTREVISTA
Editor mexicano: Joaquín Díez-Canedo, nuevo director del Fondo de Cultura
Esta semana visita Chile la autoridad máxima de una de las mayores editoriales públicas de América Latina.
Díez-Canedo asume la tarea de digitalizar un catálogo que supera los seis mil títulos.
Revista de Libros El Mercurio
Pedro Pablo Guerrero
Comparada con las oficinas editoriales que se ven por estos lados, la de Joaquín Díez-Canedo es un auténtico penthouse. Ocupa buena parte del séptimo piso de la moderna casa matriz del Fondo de Cultura Económica, en las afueras de Ciudad de México: una torre completa en la que trabajan más de 500 empleados. Su nuevo director general, nombrado en marzo por el Presidente Felipe Calderón, cumple lo que califica como un "relevo" y un "destino familiar". Su padre, también llamado Joaquín -hijo del poeta, traductor y crítico español Enrique Díez-Canedo-, permaneció durante veinte años en la editorial pública antes de irse y fundar en 1962 su propio sello: Joaquín Mortiz, casa emblemática de la literatura mexicana durante cuatro décadas.También Joaquín Díez-Canedo hijo trabajó allí, para ingresar más tarde al Fondo de Cultura, del que fue gerente de producción de 2001 a 2003, y gerente editorial hasta marzo de 2008. Un año alcanzó a estar al frente de la dirección editorial de la Universidad Veracruzana antes de regresar al Fondo, esta vez como su autoridad máxima. "El cargo más honroso y más alto al que puede aspirar un editor mexicano", afirma.
-¿En qué situación encuentra la editorial al asumir?
-En una situación perfectamente ordenada. Esta invitación que me hace el Presidente no es motivo de una crisis, sino lo contrario. El Fondo es mucho más que una gran editorial: no sólo publica libros, sino que los distribuye y comercializa, tiene presencia en el extranjero y se involucra en la promoción de la lectura.- Una de sus misiones es preparar la celebración del 75.o aniversario del Fondo y del Bicentenario.
¿Impulsará nuevas colecciones alusivas?
-La suma total de las colecciones debe rondar los ochenta. Vivas están un poco más de la mitad. No es muy aconsejable inventar otras. De hecho, en los últimos años se han iniciado varias colecciones, que dan espacio suficiente para meter cualquier proyecto.- En la colección Letras Mexicanas, que fundó su padre, se publicaron los primeros libros de Rulfo y Arreola.
¿Está el Fondo en condiciones de ofrecer hoy un proyecto de similar alcance literario?
-Letras Mexicanas en su inicio no era una colección de autores consagrados, sino justamente donde Carlos Fuentes publicó, a los 28 años, La región más transparente y Rulfo, a los 35, El Llano en llamas. Eran autores jóvenes, cuando no había espacios para publicar literatura. Hoy la ficción se ha transformado en uno de los sectores más dinámicos del mundo editorial. No es la intención del Fondo competir en eso con sellos mexicanos y filiales de grupos extranjeros, pero sí ofrecer un espacio para autores jóvenes. Más que en la posibilidad comercial de los libros, seguimos atentos a las nuevas propuestas literarias, donde está el fermento de la creación.-Usted recibió el encargo de digitalizar el catálogo editorial.
¿Cómo se suben a la red nueve mil títulos?
-En realidad, el catálogo activo se reduce a unos 6.500 títulos, descontando publicaciones periódicas y títulos repetidos. La intención es digitalizar prácticamente todo, menos aquellos libros que estén obsoletos o sean muy coyunturales. El grado en el que podemos avanzar en este proceso de digitalización depende de qué tipo de contrato tenemos con los autores.-
¿Serán ediciones electrónicas de acceso total o restringido?
-Nos interesa que nuestros libros estén en la red como textos completos para que cuando alguien haga la consulta de un término aparezca un libro del Fondo en la búsqueda, como un mecanismo de marketing y de información. No quiere decir necesariamente que se puedan imprimir. Tenemos un convenio para subir a Google nuestros libros, y para los que no son de dominio público hemos estado recabando de los autores una autorización expresa.
-Abrirán librerías en Buenos Aires y Washington, ¿no?
-Sí. En Argentina sólo manteníamos una distribución y es la filial que tiene el programa editorial más importante después de México. Se había adquirido un terreno en Palermo, que hace diez años no era un lugar muy visitado.
-¿Qué pasa con la filial chilena? ¿Está en cuestión su continuidad?
-No, en absoluto. Al contrario. Funciona muy bien, ha estado reactivando su programa editorial, tiene una mejor distribución y está dando buenos resultados. Por ahora se atiene a sus propios recursos y está alcanzando ya un punto de equilibrio en su operación.
-Pero tiene un plan de publicaciones mucho menor que el de México o Buenos Aires.
-Bueno, lo que pasa es que el mercado chileno es menor. Obviamente debemos lograr que los libros que se publiquen en Chile salgan al extranjero. Pero son cosas que no se pueden decretar. Hemos procurado una política colegiada, en la que el saber editorial no está sólo en la filial, sino que tiene el consejo de los editores de México, Buenos Aires, España.
-¿A cuánto asciende el presupuesto actual del Fondo?
-Es del orden de los 200 millones de pesos (8.600 millones de pesos chilenos) de recursos fiscales y otro tanto de previsión de ingresos por ventas en nuestras librerías.
-¿Se va a reforzar el programa de traducciones?
-Las traducciones están más vigentes que nunca. Vamos a sacar una especie de biblioteca que repase las aportaciones filosóficas del siglo XX: la Escuela de Frankfurt, el Círculo de Viena, el estructuralismo, el neokantismo. Más o menos un 40 por ciento del catálogo del Fondo son traducciones. Es uno de los riesgos que podemos correr como editorial del Estado.

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