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Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Sunday, December 18, 2011

Guerra del Pacífico



Santiago de Chile domingo 18 de diciembre de 2011 Actualizado a las 5:58 hrs. El Mercurio Emol
CHILENAS Y EXTRANJERAS Diversas aristas de las investigaciones:
Nuevas publicaciones en torno a la Guerra del Pacífico
El estudio reflexivo de las causas de la Guerra del Pacífico es el aspecto más relevante para conocer su historia, tanto por las implicancias morales, epistemológicas, geopolíticas y diplomáticas que conlleva, como por su permanente actualidad.
Manuel Ravest Mora

A diferencia de William Sater, oráculo para nuestros historiadores de la contienda del 79 (el extranjero tiene algo de divino, decían los griegos), hemos siempre estimado que en el estudio reflexivo del conflicto su causalidad es el aspecto más relevante, tanto por las implicancias morales, epistemológicas, geopolíticas y diplomáticas que conlleva, como por su permanente actualidad. La imputación de haber Chile provocado la guerra sigue esgrimiéndose por los perdedores como fundamento de sus reivindicaciones. Leímos días atrás que el presidente Evo Morales expresó en el foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que, "como consecuencia de una invasión de oligarquías chilenas, apoyadas por transnacionales en 1879, nos privaron de una salida al mar con soberanía", sempiterno discurso que desde mediados del siglo pasado han prohijado historiógrafos nacionales y extranjeros de raigambre marxista, o próximos a ella (v.gr.: Hernán Ramírez Necochea, Jobet, Luis Vitale, Marcelo Segall, Bruce Farcau, Herbert Millington), sin producir nada para sustentarlo, con la destacable excepción de Luis Ortega ("Los empresarios chilenos, la política y la guerra del Pacífico"; "Chile en ruta al capitalismo. Cambio, euforia y depresión 1850-1880"). Últimamente ha surgido la hipótesis de que La Moneda habría suscitado la guerra como tabla de salvación ante la crisis política y económica que amenazaba con echar por tierra el gobierno de Aníbal Pinto (Sater, seguido por Mc Evoy), contingencia que no asoma en la obra ya clásica de Cristián Zegers, "Aníbal Pinto. Historia política de su gobierno".

La apreciación de ser su etiología lo más sustantivo en el estudio del 79 nos ha motivado a investigarla, concluyendo por adherir a la tesis primigenia y oficial de Chile: la guerra fue originada por la monopólica política económica del Estado peruano sobre el salitre y el guano, alentada por su oligarquía bancaria e inversionistas locales y europeos ("La compañía salitrera y la ocupación de Antofagasta 1878-1879"; "La saga de las calicheras de El Toco", en Boletín Academia Chilena de Historia, nº 117, y "La Casa Gibbs y el monopolio salitrero peruano 1876-1878", en Historia, nº 41). Se trata de aproximaciones pues queda mucho por investigar al respecto. Los archivos limeños y paceños siguen prácticamente inexplorados, sin que pueda pretextarse que los primeros fueron destruidos o saqueados durante la ocupación de la capital del Rímac. Carlos Méndez Notari recurrió a ellos y acaba de publicarse allá "Estudio socio-histórico del epistolario Meiggs 1866-1885", corpus inédito en su casi totalidad, que pese a lagunas ofrece serias bases de presunción en abono del punto que nos ocupa. Fue hallado en la bodega de una repartición pública de Lima. Hasta donde hemos logrado estar informados, Claude Michel Cluny sería el único que ha revisado repositorios documentales bolivianos.

Lejos estamos de subestimar la investigación de otras facetas del conflicto propiamente tal, mas sorprende constatar cómo nuestros estudiosos se restan de hacerlo, optando en cambio -siguiendo modernas escuelas o tendencias historiográficas- por preocuparse de actores y aspectos secundarios, tales como los veteranos del 79 ("Héroes del silencio. Los veteranos de la guerra del Pacífico 1884-1924"; "Desierto de esperanzas. De la gloria al abandono. Los veteranos chilenos y peruanos de la guerra del 79"); la mujer ("Presencia de la mujer chilena en la guerra del Pacífico"); los huérfanos ("Los huérfanos de la guerra del Pacífico: El Asilo de la Patria"); los niños ("Los niños en la guerra del Pacífico", en Anuario de Difusión Histórica, Nº 18,); la música ("Los acordes de la Patria. Música y nación en el siglo XIX chileno"). El libro "Chile y la guerra del Pacífico" es paradigmático en el sentido que venimos anotando; las monografías en él recopiladas, casi todas de mérito indiscutible, abarcan un espectro de esa clase de temas. Cierra la compilación "El impacto de la política salitrera peruana en la región salitrera del Toco (1872-1878), un capítulo pendiente en el origen de la guerra del Pacífico", ejemplo de la línea investigativa a que aspiramos.

Las librerías santiaguinas abundan también en modernas ediciones reproduciendo conocidos relatos y testimonios (tres volúmenes de "Anécdotas de la Guerra del Pacífico") y de otras que tampoco aportan novedades, caso de más de una relativa a Prat o al combate del 21 de mayo. La construcción de la Nación en Chile y el nacionalismo chileno, antes raramente abordados y en donde la contienda del 79 juega un rol estelar, han cobrado repentina presencia (v.g.: "Nación y nacionalismo en Chile. Siglo XIX", dos tomos). Es paradójicamente la peruana Carmen Mc Evoy quien con mayor ahínco ha incursionado en nuestro nacionalismo con, entre otras publicaciones, "De la mano de Dios. El nacionalismo católico chileno y la guerra del Pacífico, 1879-1881", integrante del libro recién citado, y "Armas de persuasión masiva. Retórica y ritual en la guerra del Pacífico". Su flamante "Guerreros Civilizadores" -modelo de investigación- analiza el enfrentamiento desde la perspectiva de lo que denomina el "frente interno", vale decir, la coetánea realidad política, social y cultural de Chile, postulando que la guerra por él gestada para capear los efectos de su inestabilidad política y económica adquirió, gracias a la prensa, los publicistas y la Iglesia -la calificó 'agustinianamente' de guerra santa y justa- el ethos de cruzada civilizadora de pueblos racial y culturalmente inferiores. Interesante enfoque que esperamos la doctora Mc Evoy aplique al "frente interno" en Perú y Bolivia para tener una visión comparativa, siguiendo las aguas del meritorio "Chile - Perú, Perú - Chile: 1820 - 1920", escrito por académicos de ambos países.

Una nueva historia general de la contienda es "La guerra del Pacífico en imágenes, relatos... testimonios", exposición convencional con buena iconografía, recomendable a quienes deseen iniciarse en la materia. "Atacama. Ensayo sobre la guerra del Pacífico", de Claude Michel Cluny, es una suerte de amalgama entre ensayo e historia general; lo primero en cuanto ese género supone desarrollo de ideas sin necesariamente enunciar fuentes sustentantes, y, la segunda, la fidelidad con ellas y los hechos, sin perjuicio de interpretarlos. Como ensayo podría sustraerse de la hoguera cervantina pero como historiografía, a juicio nuestro, no se libraría de ella. Distinto es el caso del no traducido "Andean tragedy. Fighting the war of the Pacific", reciente trabajo de Sater en donde luce -tal como Mc Evoy- un admirable manejo de las fuentes tradicionales.

El valor atribuido a la causalidad de la guerra más lo inexplorado del tema nos hace lamentar el desinterés por ahondar en él. ¿El tratado secreto peruano-boliviano de 1873 fue una póliza de seguro contratada por Perú para amparar su política salitrera? ¿Por qué el Presidente Prado honró, en 1879, el tratado en circunstancias que el texto autorizaba a desligarse de Bolivia al haber ella acordado en 1874 el nuevo pacto de límites con Chile? Podrían adicionarse numerosas interrogantes sin respuesta, no sólo en el ámbito mencionado sino en otros que el espacio impide enunciar y que -parafraseando a un antepasado- darían más "enjundia al caldo" si los investigadores de 1879 intentaran responderlas.

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